Más allá del romance, el 14 de febrero es una fecha que nos permite demostrar nuestros lazos de empatía para con otras personas. A continuación te contamos por qué.
El Día del Amor y la Amistad es una festividad asociada con la entrega de detalles materiales. Sin embargo, el origen de esta celebración, que data del siglo III, tiene un espíritu de generosidad más profundo: contribuir al bienestar de los demás.
Todo inicia con un sacerdote romano llamado Valentín, quien, contrario al mandato del emperador Claudio II de prohibir los matrimonios entre parejas jóvenes, decidió celebrar estos casamientos en secreto. El motivo de la prohibición era que, según el emperador, los soldados no debían tener familia. Valentín, no obstante, priorizando la felicidad de estas parejas, se encargó de formalizar sus vínculos amorosos hasta el 14 de febrero del año 270.
La fecha quedó marcada en nuestro calendario para reconocer la importancia de escuchar y ayudar a quienes nos rodean, lo cual representa el principio básico de la generosidad: buscar el bienestar comunitario.
¿Cómo demostramos los valores del amor y la amistad?
Así como hay diversos tipos de relaciones sociales, existe una gran variedad de formas para expresar nuestro cariño y solidaridad.
Por ejemplo, ¿alguna vez has pensado que tu talento puede transformar vidas? La razón de tal efecto es que cuando compartes lo que mejor sabes hacer, inicias un círculo virtuoso que impulsa a que otras personas logren sus metas. Hacerlo mediante actividades de voluntariado, además, amplía el impacto positivo.
La generosidad también está en esas acciones aparentemente pequeñas, cuyo efecto es exponencial. Recoger basura en los lugares que frecuentas, sembrar plantas y árboles o pintar banquetas, entre otros ejemplos como los de nuestro artículo 5 formas de ayudar a tu comunidad.
¿Y sabes qué es lo mejor de todo? Que cuando realizamos cualquiera de estos actos, obtenemos grandes beneficios, como transformar para bien nuestra comunidad, y eso, inevitablemente, significa mejorar nuestra vida.
El origen del Día del Amor y la Amistad tiene un espíritu de generosidad profundo: contribuir al bienestar de los demás.
El equilibrio entre dar y recibir
Dar y recibir son acciones fundamentales para una interacción social saludable. La clave para hacerlo correctamente está en identificar cuándo necesitamos cada una.
Dar significa aportar algo, mientras que recibir implica valorar dicho aporte. Dado que, en conjunto, estas actividades conforman un esfuerzo de apoyo mutuo, lograr un equilibrio significa cuidar la contribución de ambas partes para que así prevalezca el beneficio en común.
Asimismo, existen estudios como el de la universidad alemana de Lübeck donde una prueba con 50 personas validaron que, cuando los participantes realizaban un acto de generosidad, se observaba una activación en el cuerpo estriado ventral. Además, este comportamiento generoso les proporcionaba un estado de felicidad superior al experimentado por aquellos que actuaban de forma egoísta.
Este tipo de investigaciones han puesto en evidencia que ayudar a los demás brinda felicidad. Esto se debe a que el acto de dar a los demás activa circuitos neuronales de recompensa y empatía, lo cual influye en nuestra satisfacción personal.
Cuando realizamos actos generosos, transformamos para bien nuestra comunidad, y eso, inevitablemente, significa mejorar nuestra vida.
Teniendo en mente la forma en que surgió esta festividad, ¿por qué no resignificar el 14 de febrero para convertirlo en una celebración referida a todas las formas del amor, incluyendo el amor hacia nuestra comunidad?
“Nada forja mejor el carácter que la generosidad”, frase de Jim Rohn, emprendedor, autor y orador motivacional estadounidense. Por ello, sin importar cuán grandes o pequeñas sean nuestras acciones, recordemos que con cada una fortalecemos nuestros lazos sociales, y así, procuramos nuestra felicidad
